Honor, constancia, tradición… Aunado a una dosis de valentía y fe en sí mismo. Así se puede englobar la personalidad del practicante del juego de garrote, una disciplina metódica y a la vez llena de tradición, sabiduría popular y anécdotas. Es de pensar que una práctica llena de semejantes características sea vista como algo alejado, fuera del alcance de cualquier mortal pero no es así. Puede estar al alcance de cualquier persona con la única condición de ser tenaz, consecuente consigo mismo y el de hacerse heredero de una tradición cultural que conlleva una dosis de amor por lo nuestro, de constancia y de la búsqueda del propio camino interno, ya que el juego de garrotes es no solo "Algo folklorico" sino una práctica física y técnica de artes de defensa y combate de la mano con autocontrol, manejo de emociones, agudeza mental, rapidez de respuesta, afinación de los reflejos y del crecimiento de valores como el honor y la humildad. Es por todo esto que esta práctica no solo exige un compromiso físico, sino también mental y espiritual. Es por esto que el nobel practicante del juego de garrotes, debe ir observando y tomando en cuenta, que al iniciarse en este arte no solo accede a un simple entrenamiento físico, sino que empieza a transitar un camino, una senda que lo llevara primero a empezar a conocerse así mismo, sus impulsos, sus flaquezas, sus fortalezas, sus nervios, su cultura, su decisión, su coordinación psicomotora, entre otros. Un sinfín de actitudes y aptitudes que exigen una madera especial para el que decide transitar ese camino, ese "Do" hablado por los maestros orientales expertos en las artes defensivas.
Por eso algunos se preguntan, ¿Para quién es el juego de garrotes? La respuesta es simple, para el disciplinado, el que este comprometido consigo mismo y con la tradición del juego de garrotes. Aquellos que realmente estén dispuestos a recibir una enseñanza para despertar el sentido de unión y fortalecer la seguridad para protegerse, no para los violentos, ya que sería darle mal uso al garrote convirtiéndolo en un arma para dañar mas no para jugar.